Sí, mi marido tenía ganas de conocer Japón y aunque a mi me da mucho miedo volar siempre he dicho que nunca dejaré de ir a un sitio por miedo al avión, sería estúpido por mi parte y dejaría de conocer sitios maravillosos a los que en coche no puedo llegar.
Como he dicho anteriormente, el viaje a Japón duró más de un día. Nosotros salimos de Madrid a las once de la mañana, yo no dormí mucho la noche anterior para ir cansada y así intentar dormir, además llevaba un tranquilizante en el bolso por si me ponía muy nerviosa, pero no lo necesité. Volamos de Madrid a Roma. Como me pasa siempre que subo un avión, agarro la mano de mi marido mientras despegamos, ya que hasta que el avión no ha subido y deja de moverse de un lado a otro no me tranquilizo; cuando nos estabilizamos nos dieron de desayunar, por lo que me puse a comer para entretenerme y que el tiempo se pasase más rápido.
Llegamos a Roma, hay que aterrizar, otro nudo en el estómago y todo para parar una hora de nada y volver a despegar (no se me había quitado el nudo del estómago cuando ya lo tenía otra vez), pero esta vez el vuelo era más largo. Íbamos hasta Bangkok, por suerte teníamos asientos en la parte delantera del avión, no se movía nada, volábamos con la compañía Thai, creo que uno de los motivos por los que se me hizo más ameno el viaje fue la atención de las azafatas siempre impecables y encantadoras. Pues bien, después de cenar apagaron las luces y... ¡a dormir! Bueno, eso mi marido porque yo no pegué ojo en todo el trayecto, el no dormir mucho la noche anterior me sirvió de poco; pero no hay mal que por bien no venga, ya que como no podía dormir me dedique a leer y escribir.
Pasadas unas doce horas, llegamos a Bangkok, pero el viaje no había terminado, descansamos cuatro horas en el aeropuerto y volvimos a embarcar camino a otras ocho horas de viaje para llegar a Tokio. Por supuesto, otro nudo en el estómago, además nos tocó cola, cuando me di cuenta de donde teníamos los asientos, casi me muero pero, como he dicho antes <
Horas y horas de avión, cada vez que aterrizaba o despegaba me moría de miedo, pero solo puedo decir que Japón es tan maravilloso que repetiría encantada la experiencia de cruzar medio mundo en esos bichos con alas que llaman aviones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario