Cuando era pequeña, cogía un folio en blanco, pensaba en algo o alguien y me ponía a escribir.
Si estaba triste cogía, de nuevo, un folio en blanco y escribía, pero entonces lo hacía dirigiéndome a mi abuelo, que murió cuando yo tenía cinco años. Creo que siempre pensaba que, desde el cielo, me vería escribir y me ayudaría a solucionar mis problemas.
Lo último que escribí fue cuando murió mi tía Matilde, ella sí escribía bien, tengo un libro con sus poesías y no me canso de leerlas, sobre todo la que habla de sus hermanas y de ella cuando eran pequeñas.
¿Por qué os cuento esto? Simplemente, porque ahora no es tan fácil escribir, quizá por falta de tiempo, por falta de concentración, no sé, pero las palabras no me salen.
Mi marido dice que se me da bien escribir. ¡Amor de marido! Pero ese amor ha ayudado a que inicie este curso de Redacción y Estilo.
Sí, y ahora me habéis mandado que escriba un texto utilizando las sustantivos pus, tragaluz y detonante.
No sé, se me ocurren tantas tonterías… por ejemplo, se me pasaba por la mente contar cuando me caí de la bici por culpa de mi hermano y cada vez que me cicatrizaba la herida, tenían que abrírmela de nuevo, para limpiarme todo el pus que se acumulaba dentro, creo que ese fue el detonante, para que no volviese a montar en bici.
También se me había ocurrido que podía escribir una historia que terminase con un final romántico y feliz, en el que una pareja se besara, mientras por el tragaluz los iluminaba la luna.
¿Qué os parece? Son historias un poco simples ¿verdad?
Creo que tengo que madurarlas.
Ya decía yo que escribir era muy complicado.
lunes, 21 de abril de 2008
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